John Locke (1632-1704) fue un filósofo empirista, es decir, deseaba hacer derivar todo conocimiento sobre el mundo de lo que nos cuentan nuestros sentidos. Locke retoma las palabras de Aristóteles y las dirige en contra de Descartes. Para él era muy importante analizar todas las ideas humanas, con el fin de ver si podían ser demostradas mediante experiencias auténticas. Intenta aclarar 2 cuestiones: en primer lugar pregunta de dónde recibe el ser humano sus ideas y conceptos; en segundo lugar si podemos fiarnos de lo que nos cuentan nuestros sentidos. Está convencido de que todos los pensamientos y conceptos que tenemos son sólo reflejos de lo que hemos visto y oído. Antes de captar algo, nuestra conciencia es una "pizarra en blanco". De esta manera surgen las "ideas simples de los sentidos", que son elaboradas mediante el pensamiento, el razonamiento, la fe y la duda, y que dan a consecuencia las "ideas de reflexión de los sentidos" (ya que la conciencia ordena y elabora todas las sensaciones). Poco a poco vamos juntando esas sensaciones formando conceptos, por tanto, los conocimientos que no pueden derivarse de sensaciones simples, son conocimientos falsos y deben ser rechazados. Distinguía entre cualidades primarias (extensión) y secundarias (sensaciones) de los sentidos. Las primarias son las que todo el mundo está de acuerdo con ellas y las secundarias pueden variar. Locke está de acuerdo con Descartes en que la realidad extensa tiene ciertas cualidades que se pueden captar con la razón, ya que opinaba que para todos existen "reglas básicas" (conocimiento intuitivo). Además defiende la idea de "derecho natural", que es un rasgo racionalista.
-Principio de división de los poderes.